Imperialismo Gringo de pura Caca



La política estadounidense de utilizar espacios en América Latina para operaciones militares no es nueva y es más amplia de lo que parece a primera vista, afirmó recientemente la BBC de Londres ante un hecho que es para varias generaciones de latinoamericanos y caribeños una “verdad de Perogrullo”.

Ya desde 1823, hace casi dos siglos, cuando el presidente James Monroe anunció aquella sentencia de “América para los americanos”, comenzó la doctrina estadounidense según la cual EEUU utilizó, y lo continua haciendo, los espacios de América Latina no sólo para operaciones militares sino para todo su caudal expansionista económico, mediante la exportación de capitales a fin de captar materias primas estratégicas, las inversiones de alta eficiencia en fuentes energéticas, adquisición de industrias estratégicas y bancos para el control del movimiento de capitales y engrosar las arcas financieras de EEUU, sistema de becas universitarias para robar los talentos latinoamericanos y caribeños, sistema de fundaciones privadas para canalizar los intereses de dominación cultural y comunicacional, entre otras formas de “utilizar a América Latina”.

Para ello, EEUU usó y continúa utilizando medios criminales a través de sus embajadas, tales como golpes de Estado; bloqueos militares; atentados a líderes; asesinatos encubiertos a confidentes, periodistas, adversarios, agentes entre otros tipos de personas consideradas como “obstáculos”; la instalación de bases militares desde donde operar oportunamente ante las justas rebeliones de los pueblos y las invasiones militares para ocupar territorios de otros Estados (Cuba, México, Nicaragua, República Dominicana, Panamá, Granada).

Relevantes historiadores venezolanos como Héctor Silva Michelena, Federico Brito Figueroa, o Luis Brito García, por citar sólo a tres; o analistas políticos e internacionalistas de diferentes nacionalidades y épocas, como William Dubois, Walter Lippman, Noam Chomsky, Eduardo Galeano, Atilio Borón, Luis Maira, René Zabaletta, entre otros cientos, -y hasta Premios Nobel de la Paz como Adolfo Pérez Esquivel, así como la mayoría de los líderes sociales latinoamericanos de hoy, han escrito o se han manifestado sobre la intromisión, penetración y uso de los espacios de América Latina por las fuerzas militares y/o de seguridad de los EEUU, de forma directa con tropas o indirecta usando como vínculos a otros actores, llamados “lacayos” o “vendepatrias” en el argot popular.

Lo novedoso hoy: actores y lineamientos

La novedad de la realidad actual en América Latina, impuesta principalmente por las circunstancia geopolíticas mundiales, el agotamiento del sistema capitalista y el deterioro de la economía norteamericana y europea, en lo cual los propios EEUU tienen una alta responsabilidad, consiste en que el uso de los espacios de este continente es ejercido por el aparato de dominación estadounidense como resultado de una combinación de esfuerzos entre cuatro grupos de actores, coordinados por las cabezas ejecutivas del complejo militar-industrial-comunicacional de EEUU.
El avance potente de la República Popular China, Vietnam, Brasil, Rusia y el impacto antimperialista de Venezuela en la región y consolidando el poder popular en el país, son algunos de los factores aceleradores del desmoronamiento de las bases de sustentación histórica del imperialismo yanqui.

Los cuatro grupos de actuación articulados en el sistema imperial serían:

a) grandes grupos criollos económicos y capitalistas dependientes, ante todo, de transnacionales estadounidenses o europeas.

b) organizaciones “civiles” en funciones de inteligencia (grupos políticos, redes “sociales”, fundaciones, organizaciones no gubernamentales ONG, empresas de seguridad institucional y personal, cadenas de medios privados y públicos de comunicación).

c) grupos paramilitares

d) el Comando Sur de EEUU que es el comando asignado para operar en toda América Latina, desde el Río Grande hasta la Patagonia.


Las invasiones armadas e intromisiones de EE.UU. con fines políticos

Para la periodista de la BBC resulta claro -dada su mente enajenada que no defiende a su país sino al agresor- que “existe una capacidad militar que Estados Unidos puede usar de otra manera, pero su principal objeto es manejar amenazas contra el narcotráfico”. El asunto no es que “puede”, sino que EEUU lo ha hecho en innumerables ocasiones en América Latina.

Sólo por recordar un acontecimiento posterior a las invasiones estadounidenses de México 1847; Cuba 1899, 1901, 1906 y 1912; Nicaragua 1934; Santo Domingo en 1965; y Granada en 1983: el de San Miguelito, Panamá, 1989.

En Panamá, aún en momentos que estaba desapareciendo “la amenaza soviética”, las fuerzas militares estadounidenses bombardearon a la población civil y produjeron miles de muertos, con vistas a evitar que esa población nacionalista llegara a obstaculizara el interés de EEUU por secuestrar al Jefe de Estado, Manuel Noriega, para luego modificar, según sus intereses, el sistema político panameño, que se había conformado a partir de la época del líder popular Omar Torrijos.

Desde la década del 90 hasta hoy, Panamá ha sido un país donde el grupo gobernante ha respondido a los intereses estadounidenses hasta el punto de proteger a connotados terroristas como Luis Posada Carriles y Orlando Bosh en época de la gobernante Mireya Moscoso. Hoy, el actual presidente Martinelli se ha distanciado tanto de Latinoamérica que ha llegado a respaldar al dictador hondureño Michelleti, reconocer las espurias elecciones organizadas por la dictadura hondureña y volver a llenar de bases estadounidenses a Panamá.


No fue en balde que Barack Obama haya dejado personalmente en la última Cumbre de las Américas aquel lineamiento para sus seguidores, entre los que desempeñan el papel publicitario los periodistas de los medios transnacionales. “Hay que olvidarse de la historia”, dijo Obama, lo cual fue fuertemente rechazado por los líderes progresistas latinoamericanos quienes resaltaron que el reconocimiento de la historia es garantía de la propia identidad.

En el artículo citado se pretende desconocer que incluso, en el propio Congreso de EEUU, los representantes y senadores han debatido acerca de los usos en labores de inteligencia de las bases militares, las cuales incluyen la desestabilización mediante acciones encubiertas de los gobiernos considerados unilateralmente como enemigos de EE.UU.

Tal parece que la orden es enmascarar más las operaciones militares, y en ello juegan su papel los términos a utilizar y difundir, como una enseñanza o herencia directa de los renombrados investigadores positivistas lógicos del Círculo de Viena.

De manera que ese cuentico de que las bases militares estadounidenses se abren y luego quedan ahí “por años” y por “razones de inercia burocrática”, se lo debe guardar bien hondo y no andar dejándolo como mensaje subliminal pues ya nuestros pueblos “no comen cuentos” y en un momento u otro reclamarán con mayor fuerza el respeto que se merecen, así como la hace a diario el valiente pueblo bolivariano al cual la periodista no quiere respetar ante un asunto tan delicado como es la soberanía y la integridad de la Nación.





Bibliografía:
http://www.alterinfos.org/spip.php?article4175